La Iglesia se mete en política otra vez, como si su papel fuera resolver los problemas de Zimbabue. Mejor que se enfoquen en su misión espiritual y dejen la diplomacia para los que entienden.
La sinodalidad y el respeto cultural son esenciales, pero sin una sólida doctrina, corremos el riesgo de relativizar la verdad. La continuidad doctrinal debe prevalecer en la misión en la Amazonía.