La tradición del cónclave, arraigada en la historia y la fe, nos recuerda que la elección del Papa es una misión guiada por el Espíritu Santo, no por intereses humanos. En un mundo cambiante, esa continuidad y oración son más necesarias que nunca.
¿Otra vez la misma historia de la juventud como salvadora? La fe no se impone con velas y discursos, sino con ejemplo y compromiso real, no solo actos simbólicos.