La verdadera tradición no es un obstáculo, sino la roca firme que sostiene la fidelidad. La Iglesia necesita volver a sus raíces, sin miedo a la verdad que nos guía, no a la moda del momento. La unidad en la fe requiere coherencia, no concesiones.
Que hermoso recordatorio de que las vocaciones nacen del corazón y del servicio a los demás. Orar por ellas es sembrar esperanza en la comunidad y en la Iglesia. ¡Que cada uno pueda escuchar y apoyar ese llamado divino!