La comunidad católica de Madrid se encuentra conmovida tras la reciente partida del Papa Francisco, quien ha sido un pilar de apoyo y guía espiritual para los más excluidos, especialmente en el ámbito penitenciario.
María Yela, delegada de Pastoral Penitenciaria de Madrid, recuerda con gratitud el legado del Santo Padre, destacando su especial dedicación hacia los internos y sus familias. Hace un año, Francisco recibió a un grupo de internos de la prisión de Navalcarnero, un encuentro que dejó una huella imborrable en los corazones de los presentes. El pasado domingo, tras dar su bendición, Francisco "resucitó con Jesús", según Yela, dejando un vacío profundo pero también la certeza de su continua intercesión. La diócesis de Madrid, tras una Misa de acción de gracias en la catedral de la Almudena, honra su legado de amor y servicio, asegurando que su espíritu seguirá guiando a la comunidad.
María Yela, delegada de Pastoral Penitenciaria de Madrid, rememora con emoción cómo el Papa Francisco, hace cinco años, dedicó el Vía Crucis a los internos, sus víctimas y todos los implicados en el ámbito penitenciario. «Él siempre ha mostrado una delicadeza especial por los internos», destaca Yela, subrayando la cercanía y el cariño del Santo Padre hacia quienes viven en situaciones de privación de libertad.
Hace un año, el Papa Francisco recibió a un grupo de internos y sus familiares de la prisión de Navalcarnero. Durante el encuentro, compartieron momentos de profunda emoción, risas y lágrimas. Yela recuerda que todos sintieron que tenían un lugar en el corazón de Jesús. Este encuentro dejó una huella imborrable en los corazones de los presentes, quienes experimentaron la calidez y cercanía del Papa.
El pasado domingo, Francisco dio su bendición a los presentes, y poco después, en palabras de Yela, “resucitó con Jesús”. La noticia de su partida conmovió profundamente a la comunidad, dejando un gran dolor, pero también la certeza de que seguirá rezando por ellos, como ellos lo hacen por él. Yela expresa su gratitud al Papa con un sentido “Gracias, Francisco”, reflejando el impacto de su legado en la pastoral penitenciaria.
La diócesis de Madrid se despide del Papa Francisco, reconociendo su papel como un faro que ha guiado a la comunidad hacia las personas más excluidas. María Yela, tras la Misa de acción de gracias en la catedral de la Almudena, afirma que Francisco siempre estará en sus corazones, guiándolos. Este sentimiento de continuidad y presencia espiritual del Papa resuena entre los fieles, quienes valoran su legado de amor y servicio.
Yela, visiblemente emocionada, relata su deseo de acompañar al pueblo de Madrid en nombre de los presos que no pueden asistir. Recuerda las visitas a Casa Santa Marta, donde el Papa los acogía con calidez, compartía meriendas y chistes, y los animaba en su vocación. Francisco siempre mostró un trato natural y profundo con los internos, haciéndolos sentir útiles y pidiéndoles ayuda con humildad.
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