El arzobispo Gabriele Caccia, representante de la Santa Sede ante la ONU, participó en una reunión de alto nivel sobre la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, realizada recientemente en la sede de la organización en Nueva York.
Durante su intervención, Caccia cuestionó la dependencia exclusiva del Producto Interno Bruto (PIB) como métrica del progreso nacional, argumentando que este indicador no captura todas las dimensiones del desarrollo humano. En su discurso, el arzobispo abogó por la adopción de indicadores más integrales que incluyan aspectos como la equidad, la sostenibilidad y el bienestar social, subrayando la necesidad de considerar la calidad de vida, la educación, la salud y la protección del medio ambiente. Esta postura se alinea con los esfuerzos de la comunidad internacional para avanzar hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, promoviendo un enfoque más holístico del desarrollo.
El arzobispo Gabriele Caccia, representante de la Santa Sede ante la Organización de las Naciones Unidas, intervino en una reunión de alto nivel centrada en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Durante su discurso, Caccia destacó la necesidad de revisar la dependencia exclusiva del Producto Interno Bruto (PIB) como medida del progreso de las naciones. Según el arzobispo, el PIB no refleja adecuadamente todas las dimensiones del desarrollo humano y puede ignorar aspectos cruciales como la equidad, la sostenibilidad y el bienestar social.
El arzobispo subrayó la importancia de adoptar indicadores más integrales que ofrezcan una visión más completa del progreso humano. En su opinión, estos indicadores deberían incluir factores como la calidad de vida, la educación, la salud y la protección del medio ambiente. Caccia enfatizó que los países de renta media se ven especialmente afectados por la limitación de evaluar su desarrollo únicamente a través del PIB, lo que puede llevar a políticas que no aborden adecuadamente las necesidades de sus ciudadanos.
La intervención de Caccia se enmarca en un contexto global donde la comunidad internacional busca avanzar hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos en la Agenda 2030. La Santa Sede, a través de su representación en la ONU, aboga por un enfoque más holístico y humano del desarrollo, que no solo considere el crecimiento económico, sino también el bienestar integral de las personas y el cuidado del planeta. Esta postura refleja una llamada a la reflexión sobre cómo se mide y se entiende el progreso en el mundo actual.
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