La verdadera unidad se logra manteniendo la fidelidad a la Tradición, no cediendo ante interpretaciones que fragmentan. La Iglesia necesita un Papa que preserve la doctrina sin diluirla en el modernismo.
Negar el Purgatorio no solo aleja a la Iglesia de su esencia, sino que también mina la esperanza y la fe profunda. La verdadera fuerza está en mantener viva esa verdad, que nos une en la esperanza de la misericordia divina.