En la tarde del Viernes Santo, la catedral de la Almudena en Madrid fue el escenario de la celebración de la Pasión y Muerte del Señor, un acto litúrgico presidido por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid. La ceremonia, caracterizada por el silencio y la oración contemplativa, comenzó con la postración del cardenal ante la Cruz, acompañado por los fieles de rodillas, simbolizando el dolor y la humillación de la Iglesia.
Durante la liturgia, se proclamó la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan, y la comunión se realizó con la reserva del Santísimo del Jueves Santo, ya que no se celebra la Eucaristía en este día. El cardenal Cobo instó a los asistentes a centrar su atención en la Cruz, destacando su significado como principio de vida y amor que sufre. La celebración concluyó con los preparativos de las hermandades que procesionaron desde la catedral, anticipando la Vigilia Pascual del Sábado Santo.
La catedral de la Almudena fue el escenario de la celebración de la Pasión y Muerte del Señor en la tarde del Viernes Santo. Este acto litúrgico, caracterizado por el silencio, se convirtió en una oración contemplativa ante la entrega del Señor por su Iglesia. El evento comenzó con la postración del cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, ante la Cruz, cubierta por un paño morado, acompañado por el Pueblo de Dios de rodillas, simbolizando la humillación y el dolor de la Iglesia.
La liturgia incluyó la proclamación cantada de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan, frente a un altar desnudo, ya que en este día no se celebra la Eucaristía. La comunión se realizó con la reserva del Santísimo del Jueves Santo. El cardenal Cobo, junto a los obispos auxiliares y el obispo emérito de Almería, instó a los fieles a centrar su atención en la Cruz, más que en las imágenes o en las tradiciones de Semana Santa, destacando la importancia de mirar la huella de Cristo en el árbol de la Cruz.
El cardenal reflexionó sobre la paradoja de la Cruz, donde Cristo, considerado maldito, acoge los dolores y heridas de la humanidad. Subrayó que sin mirar al árbol de la Cruz, no se puede mirar a Dios. Desde la Cruz, Dios pide amor, no en forma de grandeza o logros, sino dejando que nos atraiga el costado herido de Cristo. Cobo invitó a ser valientes al mirar la Cruz, afirmando que es el principio de la vida, y recordó que somos fruto del amor que sufre.
El arzobispo también dirigió la mirada hacia María, sugiriendo que, como el discípulo amado, se permita que la Madre sostenga y ayude a mirar. Con María, es más fácil mirar juntos como un pueblo nuevo, nacido de un dolor que salva. Adorar la Cruz enseña a ver de forma nueva los lugares bañados por el río de la cruz, invitando a descubrir a Cristo en diversas situaciones de sacrificio y esfuerzo humano.
Finalmente, el cardenal alentó a abrir el corazón como discípulos amados y a enfocar la mirada donde la Iglesia la dirige. La celebración concluyó con los preparativos de las hermandades de los Siete Dolores y el Divino Cautivo, que por primera vez procesionaron desde la catedral de la Almudena. Los actos continuarán con la solemne Vigilia Pascual el Sábado Santo a las 22:00 horas.
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