La Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal aprobó el reglamento del nuevo "Consejo General de la Iglesia en la Educación", presentado por la Comisión Episcopal para la Educación y Cultura, encabezada por Monseñor Alfonso Carrasco.
Este evento tuvo lugar recientemente en el marco de las reuniones de la Conferencia Episcopal. La creación del Consejo responde a la necesidad de articular y coordinar la presencia de la Iglesia en el ámbito educativo, asegurando que se mantengan los valores y principios cristianos en las instituciones bajo su influencia. El reglamento establece las bases para una gestión eficiente y alineada con las directrices episcopales, con el objetivo de fortalecer el papel de la Iglesia en la educación y promover una formación integral basada en valores cristianos.
La Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal ha aprobado el Reglamento del nuevo "Consejo General de la Iglesia en la Educación". Este organismo ha sido presentado por la Comisión Episcopal para la Educación y Cultura, liderada por Monseñor Alfonso Carrasco. El Consejo tiene como objetivo principal articular y coordinar la presencia y las acciones de la Iglesia en el ámbito educativo, asegurando que se mantengan los valores y principios cristianos en las instituciones educativas bajo su influencia.
La creación de este Consejo responde a la necesidad de una estructura que permita una mejor gestión y supervisión de las actividades educativas en las que participa la Iglesia. Con este reglamento, se establecen las bases para que el Consejo funcione de manera eficiente y alineada con las directrices de la Conferencia Episcopal. Monseñor Carrasco destacó la importancia de este paso para fortalecer el papel de la Iglesia en la educación y promover una formación integral basada en valores cristianos.
El "Consejo General de la Iglesia en la Educación" busca ser un referente en la promoción de la calidad educativa, así como en la defensa de la libertad de enseñanza y el respeto a la identidad católica de las instituciones educativas. La aprobación del reglamento marca el inicio de una nueva etapa en la que se espera una mayor cohesión y eficacia en las acciones educativas de la Iglesia, en un contexto social y cultural que demanda respuestas adaptadas a los desafíos actuales.
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