El Papa Francisco, de 88 años, fue ingresado recientemente en el Hospital Agostino Gemelli de Roma debido a un cuadro de bronquitis. Según informó el Vaticano, el Pontífice fue trasladado al centro médico tras finalizar sus audiencias matutinas para someterse a exámenes diagnósticos y continuar su tratamiento en un entorno hospitalario.
Este episodio se suma a una serie de problemas de salud que Francisco ha enfrentado en los últimos años. Entre ellos, dificultades respiratorias agravadas por la extirpación parcial de un pulmón en su juventud, intervenciones quirúrgicas en el colon y la rodilla, así como problemas de movilidad que lo han llevado a depender de una silla de ruedas y un bastón.
Ante esta situación, se ha reavivado el debate sobre la posibilidad de una eventual renuncia. El Papa ha confirmado en varias ocasiones que tiene una carta de renuncia firmada desde 2013, la cual se activaría en caso de que una enfermedad grave o una incapacidad le impidiera desempeñar sus funciones. Esta práctica tiene precedentes en la Iglesia, siendo el caso más reciente la renuncia de Benedicto XVI en 2013.
En su reciente autobiografía, Francisco detalló que, si alguna vez dimitiera, preferiría ser conocido como "obispo emérito de Roma" en lugar de "Papa emérito", y que su deseo sería residir en la basílica de Santa María la Mayor, donde se dedicaría a la oración y a labores pastorales, como la confesión y la atención a los enfermos.
A pesar de la existencia de esta carta de renuncia y de su estado de salud, el Pontífice ha reiterado que no contempla dimitir en el corto plazo, argumentando que, aunque enfrenta limitaciones físicas, aún se considera capaz de ejercer su ministerio. No obstante, la fragilidad de su salud sigue generando interrogantes sobre el futuro del liderazgo en la Iglesia.
La evolución de su estado médico y las decisiones que pueda tomar en los próximos meses serán claves para definir el rumbo del Vaticano. Mientras tanto, la Santa Sede mantiene su postura oficial de que el Papa sigue cumpliendo con su agenda y compromisos pastorales, aunque con las limitaciones propias de su edad y condición.
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