La Iglesia ha dado inicio a la Cuaresma, un período de 40 días de reflexión y penitencia que antecede a la celebración de la Pascua.
Daniel Escobar, delegado episcopal de Liturgia, proporcionó orientaciones sobre cómo conmemorar este tiempo, destacando la importancia de la escucha de la palabra de Dios y llamando a la conciencia sobre las implicaciones del bautismo. La liturgia cuaresmal, que prepara para la conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, tiene dos dimensiones: la penitencial, representada por la bendición e imposición de la ceniza, y la catecumenal o bautismal. Escobar sugiere acciones concretas para una vivencia más profunda de la Cuaresma, como una mayor vivencia sacramental y una vida conforme a lo que se celebra.
La Iglesia ha iniciado la Cuaresma, un período de cuarenta días que precede y dispone a la celebración de la Pascua. Daniel Escobar, delegado episcopal de Liturgia, ha proporcionado algunas claves sobre cómo vivir este tiempo de reflexión y penitencia. Según Escobar, la liturgia de la Cuaresma nos prepara gradualmente para conmemorar la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, y nos llama a ser conscientes de las implicaciones de nuestro bautismo y a acrecentar nuestro espíritu de conversión.
La liturgia de este tiempo tiene dos dimensiones principales: la penitencial, que se vive con la bendición e imposición de la ceniza, y la catecumenal o bautismal, que ha sido recuperada en los últimos años. Escobar destaca la importancia de la escucha de la palabra de Dios durante la Cuaresma, y anima a una escucha más asidua de la Palabra de Dios, que nos guía progresivamente hacia la Pascua.
La estructura actual de las lecturas de la misa prevé tres ciclos dominicales, acentuando, dependiendo del año, temas como la alianza, la denominada a la conversión, la glorificación de Cristo o las implicaciones del propio bautismo. Además, las lecturas de la celebración de la Eucaristía de los días laborables abordan interesantes temas, que pueden ser de gran ayuda para una catequesis cuaresmal y una auténtica vivencia espiritual de la Cuaresma.
La Cuaresma es un período asociado especialmente a la conversión y a la reconciliación con Dios y con los hermanos. La Iglesia ha ofrecido siempre tres medios evangélicos: la oración, el ayuno y la limosna, tal y como se nos hace presente de modo especial en el Evangelio de miércoles de Ceniza, el día penitencial por excelencia.
La costumbre de la imposición de las cenizas nace en torno al año 1000, con un origen en los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia pública. Este gesto tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios.
Finalmente, Escobar propone una serie de acciones concretas para vivir la Cuaresma de manera más profunda, como una mayor vivencia sacramental, una piedad adecuada a la Cuaresma, una sobriedad en las celebraciones y una vida conforme a lo que celebramos.
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