Jornada Mundial de Oración contra la Trata de Personas: Testimonio de supervivencia y esperanza El pasado 8 de febrero se celebró la XI Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas, un evento que busca concienciar sobre una de las violaciones más graves de los derechos humanos que afecta a millones de personas en todo el mundo. En Madrid, la Comisión diocesana Contra la Trata de Personas organizó una Vigilia de oración el 12 de febrero, presidida por el obispo auxiliar de Madrid, Vicente Martín. Durante el evento, se compartió el testimonio de Elba, una joven ecuatoriana que fue víctima de trata y logró transformarse en superviv. La trata de personas, una de las violaciones más graves de los derechos humanos, afecta a millones de personas en todo el mundo y adopta múltiples formas, desde la explotación sexual hasta la laboral, pasando por el tráfico de órganos o la mendicidad forzada. Estas realidades, a menudo invisibles, esconden historias de vida rotas por el engaño y la explotación, que despojan a las víctimas de su dignidad y sus derechos. Pero también, hay historias de esperanza y transformación de quienes logran pasar a ser supervivientes. El pasado 8 de febrero, se celebró la XI Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas, con el lema “Embajadores de la esperanza: juntos contra la trata de personas”. Con este motivo, Madrid conmemoró esta Jornada con una Vigilia de oración, organizada por la Comisión diocesana Contra la Trata de Personas, que tuvo lugar el miércoles 12 de febrero, presidida por el obispo auxiliar de Madrid, Vicente Martín. El testimonio de Elba (nombre ficticio), que pasó de ser víctima a superviviente, ayuda a comprender la trata desde dentro. Esta joven ecuatoriana, engañada por su novio, fue trasladada a Quito, donde fue explotada sexualmente. A pesar de la violencia y la degradación que sufrió, Elba logró escapar gracias a la ayuda de un cliente y la intervención de la policía. Tras su liberación, Elba fue acogida en un centro para mujeres víctimas de violencia. Allí, aprendió a trabajar la tierra y a cuidar las plantas, lo que le permitió recuperar la confianza en sí misma y en las personas que la rodeaban. Actualmente, Elba tiene un pequeño negocio de cultivo de verduras y frutas, está casada y tiene dos hijas. Además, colabora con la organización que la ayudó a recuperar su vida y ayuda a otras mujeres que están siendo maltratadas. Según Elba, "Para mí son importantes las pequeñas victorias".

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