La residencia de mayores Santa María de los Ángeles en Torrelodones, Madrid, ha estado cuidando a ancianos en riesgo de exclusión por más de 30 años.
Bajo la dirección de Macarena Tornos, el centro se esfuerza por brindar un ambiente hogareño y personalizado para sus 34 residentes, muchos de los cuales prefieren quedarse allí en lugar de ser trasladados a hospitales. A pesar de los desafíos, como el abandono familiar, el personal y los voluntarios de la residencia se comprometen a acompañar a los ancianos hasta el final. El centro, que comenzó como un.
La residencia de mayores Santa María de los Ángeles de Torrelodones, en Madrid, es un ejemplo de un hogar con corazón, donde se cuida a los ancianos no solo en vida, sino también en su tránsito hacia el cielo. Este centro, que atiende a 34 residentes, se esfuerza por atender personalmente a cada uno de ellos, asegurándose de que se sientan escuchados y tratados con cariño.
La residencia nació hace más de 30 años como un centro estival para personas mayores de la colonia de Torrelodones. Sin embargo, en 1993, se formalizó su apertura durante todo el año, atendiendo a personas en riesgo de exclusión por soledad, problemas económicos o familiares, o dependencia.
La directora de la residencia, Macarena Tornos, relata historias conmovedoras de los residentes, como la de Carmen, de 98 años, que esperaba a su hermana Alicia para despedirse antes de morir. O la de Gloria, que pudo cumplir su deseo de celebrar su cumpleaños con Macarena y el padre Gabriel, el actual párroco.
Los residentes consideran la residencia su hogar y, en muchos casos, prefieren quedarse allí en lugar de ser trasladados al hospital. Además, cuentan con servicios como podología, fisioterapia, peluquería y atención médica. Asimismo, tienen la oportunidad de asistir a misa dos veces por semana y disponen de una pequeña capilla.
El centro también acoge historias de reconciliación y esperanza. Como la de Carmen, una niña de la guerra enviada a Rusia, que se reconcilió con la fe y con Dios en sus últimos días. O la de Maite, que pudo reconciliarse con sus hijas y recibir los últimos sacramentos antes de morir.
No obstante, también se dan casos de abandono por parte de la familia. En estas situaciones, el personal y los voluntarios de la residencia acompañan a los ancianos hasta el final, incluso en su velatorio y entierro.
El párroco anima a la comunidad a involucrarse en esta obra caritativa por excelencia. Actualmente, necesitan costureros para marcar la ropa de los ancianos. Como dijo el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, durante su visita a la residencia, "allí donde haya que cuidar personas, tiene sentido estar; la Iglesia quiere estar presente en todos los lugares para cuidar a las personas y ayudar a ser más humanos".
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